Sonrisa Perdida

Todos encontramos una excusa para no permitirnos amar. 

Casi siempre suele ser por miedo a sufrir, por miedo a que nos hagan daño, a que un buen día nos abandonen. 

Y sin embargo, es inevitable no amar a nadie, aún sabiendo que algún día nos abandonará. Porque sabemos que , peor que el miedo, peor que el sufrimiento, es la certeza de verte sola. Verte sin nadie en quien confiar ni nadie que confíe en ti.

No hay platos rotos que reparar en esta vida. Solo cosas que vivir, que nunca salen como hemos previsto, y que si lo esperamos con anhelo, no llegan. 

En mi corta existencia he descubierto que cuanto más grande fue un fracaso, más fuerte fue el dolor, dura la pérdida y más deseo hay de que algo salga bien. 

Necesitamos que algo salga bien, pero el miedo nos ciega con vendas de negativismo, rencor y malos recuerdos. 

Necesitamos creer que el mundo sigue siendo apetecible, que sigue siendo un territorio en el que hurgar hasta encontrar todo lo bueno y lo malo, tesoros dignos de ser guardados y desechos que pueden destruirse sin miedo. 

Necesito destruir el miedo a sentirme sola en un mundo que no es sólo el espacio de amargura y temor constante de una sociedad cada vez más desesperada. Necesito encontrar esa otra parte de esperanza. Esa sonrisa por la que daría todo y moriría. No hablo de encontrar a medias naranjas, almas gemelas ni nada por el estilo. Necesito encontrar MI SONRISA. Y lo necesito imperiosamente.