Noche. Noche sin luna.
Noche sin estrellas. Noche sola en su habitación.
Noche sin él, de nuevo. Noche acompañada únicamente por sus recuerdos, que es lo que siempre permanece.
Quiere creer que lo ha superado, que puede volver a esa vida que tenía antes de conocerle. Esa vida donde sus amigas eran lo primero, donde la preocupaba estar soltera pero no era un gran problema.
Esa vida antes de que él la trastocara y cambiara completamente, como una lanzadera... Subiendo cada vez más alto hasta tocar las nubes, pero al final, lo que la esperaba era una caída libre hacia la tristeza.
Sin frenos. Sin cinturones de seguridad. Sin colchones que amortiguen la caída...Ella sola ante un abismo cada vez más cercano.
Y lo curioso es que antes de montarse lo sabía. Desde siempre lo supo. Sabía que acabaría en una descenso rápido, frenético, horroroso.
Ella entonces sonríe...Valía la pena contemplar el cielo como nunca se lo habían enseñado... A muchisimo más de tres metros sobre el cielo.
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